Usufructuarios de la 4T

Habría que crear una ley que impida que participen en política sugar daddys y sugar babys, por si los hubiera, para evitar que la política se denigre más

LA FALTA DE OPCIONES ES LO MÁS GRAVE DEL INJUSTIFICADO ABUSO Y ATROPELLO A LA DIGNIDAD, LA INTELIGENCIA, LA DECENCIA Y LA HISTORIA, QUE ha sufrido Chetumal, la muy lastimada capital del Estado, todo el municipio Othón P. Blanco y el Sur quintanarroense a manos de personajes que poco o nada han aportado a esta tierra que tanto les ha dado, empoderados detrás de su cercanía con el presidente Andrés Manuel López Obrador.

El depuesto candidato a la presidencia municipal de Othón P. Blanco por Morena y sus aliados, Luis Gamero Barranco, es un chetumaleño que fue denunciado por Yensunni Martínez de violencia política en razón de género  debido a que manifestó inconformidad por su imposición como síndico, además con el antecedente de que en el ejercicio de la misma sindicatura en el Ayuntamiento actual, Yensunni saboteó al finado presidente municipal Hernán Pastrana.

La candidata a la diputación federal por el distrito dos que comprende los municipios sureños José María Morelos, Felipe Carrillo Puerto, Bacalar y Othón P. Blanco, Anahí González, cuenta con el respaldo de la alcaldesa de Cancún, Mara Lezama y con el apoyo especial de Rafael Marín Mollinedo, el empresario tabasqueño enriquecido surtiendo frutas y verduras a establecimientos de la zona hotelera cancunense, cercano a López Obrador, sin que haya destacado por algún aporte o lucha por Quintana Roo.

Marín Mollinedo hasta antes de las elecciones de 2018 que llevaron al poder a AMLO manejaba un perfil muy bajo, cuidando sobre todo sus negocios, sin denunciar los excesos ni enfrentarse jamás a los gobernadores príistas, como Félix González y Roberto Borge, por mencionar dos ejemplos. Tampoco lo ha hecho con el actual mandatario estatal Carlos Joaquín, del PAN-PRD.

Al asumir el poder López Obrador, se empoderó también su viejo amigo Rafael Marín Mollinedo, primo de Nico Mollinedo Bastar, chofer de AMLO que manejaba el famoso Tsuru en tiempos que fue Jefe de Gobierno de la ciudad de México, donde Rafael Marín fue Director de Servicios Urbanos. El poder obnubila la inteligencia y exacerba las pasiones. Ahora el empresario antes de bajo perfil, dueño de Tabana Banana, es el que está detrás de todas las decisiones de Morena en la entidad, no bajo la óptica de los valores de AMLO, sino de sus filias y fobias personales. El hombre que se ha enriquecido en Quintana Roo, esta tierra noble, cuyo territorio disuelto por Pascual Ortiz Rubio y dividido entre Yucatán y Campeche, fue restablecido por el general Lázaro Cárdenas cuando asumió la presidencia de México, ya que durante su campaña visitó Chetumal y se comprometió con sus aguerridos visitantes que luchaban por su terruño. Esta misma ciudad, cuna del primer mestizaje, que no es la capital de Quintana Ro por casualidad, dádiva, ni el favor de nadie, y que el crecimiento económico y demográfico no justifica que no se le respete y pretendan avasallarla.

El distrito federal dos formado por los municipios José María Morelos, Felipe Carrillo Puerto, Bacalar y Othón P. Blanco debe ser considerado indígena de acuerdo con estudiosos del tema, pero Morena y sus aliados, con prepotencia y de manera burda impusieron a Anahí González, quien ni siquiera es originaria del distrito y radica en Cancún, donde la hicieron regidora en el gobierno de su amiga Mara Lezama y dirigente estatal de Morena, todo por su gran mérito de ser muy cercana al influyente empresario Rafael Marín Mollinedo.

Anahí González no solo fue impuesta aupada por Marín Mollinedo en un distrito que desconoce totalmente, sino que además hizo su coordinadora de campaña a Yensunni Martínez, a quien ahora convirtió en candidata a la presidencia municipal de Othón P. Blanco una vez que tumbaron la candidatura del chetumaleño Luis Gamero Barranco. Andrés Manuel López Obrador se precia de amar y conocer la historia, además de la verdad, lealtad, honradez, el respeto a los demás. ¿Sabrá del atropello a Chetumal y al distrito 2 perpetrado por sus empoderados amigos bajo su sombra?

Ni Yensunni Martínez, ni Anahí González tienen capital político para ganar una elección. El argumento de que son morenistas puras es pueril y mezquino, porque eso no las hace ni mejores personas ni mejores servidores públicos. Llegaron por influyentismo, esa práctica detestada por López Obrador, y simplemente están atenidas a la nobleza de la gente con cariño hacia AMLO y la fuerza de la marca Morena. A una acción sigue una reacción. El sur es aguerrido.

 Habría que crear una ley que impida que participen en política sugar daddys y sugar babys, por si los hubiera, para evitar que la política se denigre más.


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