A Jorge Emilio, Mario Delgado y Mara Lezama les unen intereses de corrupción, en un proyecto de nación que busca erradicarla
La realidad supera a la razón. El festín de la ruptura desata emociones. “No apoyaré a la candidata del Verde y Morena a la candidatura”. Suficiente.
Una denuncia no escuchada, a la “soberbia”. El senador José Luis Pech hizo añicos la unidad, que sólo era cuestión de tiempo. No había “operación cicatriz”; sólo era “operativo cooptación”.
Ni Marybel Villegas causó este huracán.V
Cada vez es más difícil que Mara Lezama gane las elecciones y sea la próxima gobernadora. La ruptura interna en Morena local tiene mucho de fondo y es una biopsia del obradorismo a nivel nacional.
Quintana Roo puede ser el laboratorio donde Morena pierda el estado más obradorista del país. Su precandidata, Mara Lezama, va cada vez más a la baja en las encuestas.
El estado donde AMLO tiene aceptación de 84%, está en la antesala de perderlo.
El Presidente de México no tiene plena conciencia que su lucha es la misma de muchos mexicanos, que en el Caribe, son inmensa mayoría.
Es un Presidente solitario en palacio, que lucha aislado, porque su equipo no lo acompaña en su visión de país. Es más, le lleva la contra.
En Quintana Roo Mario Delgado no es amigo del presidente; lo es más de Jorge Emilio GonzálezMartínez, con quien le unen intereses, no causas.
Mara Lezama es incondicional del niño verde y del gobernador Carlos Joaquín, que ven en Quintana Roo una “fantasía de saqueo”; más allá de la “fantasía de banqueros”.
A Jorge Emilio, Mario Delgado y Mara Lezama les unen intereses de corrupción, en un proyecto de nación que busca erradicarla.
Ya le tomaron la medida al Presidente; están con él sólo porque es el equipo ganador.
El senador Pech habla de soberbia en público, pero oculta los intereses económicos; la voracidad financiera de Jorge Emilio, jefe de una mafia, que igual opera con los rumanos, que controla el crimen organizado desde las instituciones para el despojo.
Lo mismo de lo que habla el presidente AMLO como si fuera cosa del régimen conservador, cuando el enemigo está en casa. Usted tiene la última palabra.