
Los enemigos del presidente López Obrador y de la 4T se solazan con el pobre espectáculo de las ambiciones desbocadas, los intereses personales, la falta de institucionalidad y el escaso alcance de miras de quienes patalean por sentirse derrotados en el proceso interno morenista
LA SELECCIÓN de candidatas y candidatos de Morena y sus aliados para las presidencias municipales y las diputaciones federales, a pesar de las inconformidades y escándalos que generaron, fueron apegados a su convocatoria, lo cual infiere que muy difícilmente alguna impugnación legal de quienes se sintieron afectados podrá prosperar.
El marco legal de la selección de quienes obtendrían las candidaturas a las presidencias municipales y diputaciones federales de MORENA está contenido en la convocatoria, que especifica claramente los métodos de selección y la actuación de las comisiones de elecciones y de encuestas: la primera tiene a su cargo la valoración política para determinar a los idóneos y mejor posicionados, que podría según su criterio ser una o uno solo y en automático no se realizan encuestas. Nadie impugnó en su momento la facultad de esa comisión de determinar cuántas personas debían ser turnadas para someterse a las encuestas.
La suma de las inconformidades, estériles para la causa de sus propulsores, podrían ser muy fértiles para las ambiciones de los opositores político-electorales de Morena que se han prodigado en hacer eco para pretender que son una opción viable y apuestan a la falta de memoria colectiva hacia sus miserias inocultables.
Los enemigos del presidente Andrés Manuel López Obrador y de la 4T se solazan en las ambiciones desbocadas, la falta de institucionalidad, de sensibilidad, de oficio político y el poco alcance de miras de la mayoría de quienes se sentían merecedores de las candidaturas y fueron marginados o derrotados. Pero también degustan la codicia de los tomadores de decisiones, capaces de negociar todo de acuerdo a su conveniencia.
La importancia que tiene la marca Cancún ha hecho que la disputa de la candidatura a la presidencia municipal de Benito Juárez haya tenido especial relevancia, además de que, equivocadamente, las aspirantes Maribel Villegas y Mara Lezama, junto con sus seguidores, pretendieron que era la disputa anticipada por la gubernatura.
Lo cierto es que la batalla fue cruenta y ambas contendientes sufrieron heridas de esas que no suelen cicatrizar. La imagen de Mara Lezama con muchos problemas en el ejercicio de la presidencia municipal, conservaba fuerte su filiación Lópezobradorista-Morenista. A pesar de que se ha cuestionado mucho su rápido enriquecimiento familiar, nunca se cuestionó su pertenencia al guinda y a la 4T. Ahora que venció en la lucha por lograr la candidatura a su reelección se desnudó su pertenencia a los oscuros intereses del PVEM y su propietario Jorge Emilio González y sus amigos ex gobernadores de Quintana Roo. Al final obtuvo Mara Lezama una victoria pírrica y todavía le queda la batalla del seis de junio contra Jesús Pool Moo que de comparsa estratégica podría crecer hasta convertirse en verdadero oponente, si su poderoso mentor Juan de la Luz Enríquez Kanfachi y el gobernador Carlos Joaquín así lo deciden, al evidenciarse que en Mara Lezama confluyen poderosos intereses de exgobernadores, el impresentable Niño Verde y el también poderoso morenista amigo de AMLO y coordinador del tren Transístmico, Rafael Marín Mollinedo, a quien tampoco deben hacerle gracia las otras lealtades de Mara, alejadas a los ideales y valores del padre de la 4T.

La política actual, prácticamente sin principios ni valores, se ha convertido en una telaraña de intereses. Cuando se carece de ideales y de convicciones todo es negociable. En algún momento los poderosos de distintos colores se sientan a la mesa incolora de la codicia a disfrutar el festín de sus pasiones a espaldas del pueblo al que dicen servir. Eso ha dejado casi solo al presidente López Obrador.
“Presentadme algún ser humano que no sea esclavo de alguna pasión y habitará el centro del centro de mi corazón”, decía Shakespeare. Hay quienes no se mueven con el dinero, pero otra pasión los agita y los hace pasar por encima de la moral, la justicia y la ética.
Lo repetimos, la convocatoria fue legal y la selección de titulares de las candidaturas estuvo apegada a esa norma. Los berrinches solo evidencian inmadurez, falta de institucionalidad, desconocimiento del terreno que pisan y la proclividad a “voltearse, cambiarse de bando y patear el pesebre”.
La historia de Quintana Roo tiene en sus pasajes más luminosos la lucha denodada, tenaz e incansable de los habitantes del Sur para recuperar el Territorio Federal creado en 1902 y disuelto por Pascual Ortiz Rubio en 1931. En su campaña Lázaro Cárdenas comprometió su palabra en Chetumal y la cumplió restituyendo el Territorio Federal de Quintana Roo en 1935, sin embargo continuaron luchando por el auto gobierno hasta que en 1974 alcanzaron el reconocimiento de Estado.
La designación de Anahí González como candidata a la diputación federal por el distrito 2 que comprende los municipios de José María Morelos, Felipe Carrillo Puerto, Bacalar y Othón P. Blanco, con cabecera en Chetumal, es legal, apegada a la convocatoria, cumple los requisitos personales, su militancia guinda es incuestionable. Tampoco puede negarse que su ascenso ha sido meteórico. Actualmente es regidora en el ayuntamiento de Benito Juárez que preside Mara Lezama y también es dirigente estatal de MORENA. Radica en Cancún y es prácticamente desconocida en el distrito federal 2.
La legitimidad es seguir el camino correcto, apegarse a la justicia, a lo auténtico, moral y ético. Es conocer, reconocer y respetar la historia. Definitivamente Anahí González tendrá un difícil camino para conquistar los votos necesarios para ganar la contienda electoral del próximo seis de junio y sumar una diputación federal a las necesarias, fundamentales, para la transformación de México pretendida por el presidente López Obrador. Pudo ahorrarse desgaste innecesario con candidaturas legales y legítimas. Ahora solo les resta apelar a que las derrotas de los candidatos morenistas le pegarán a AMLO y su capacidad para seguir su lucha por un país más justo, moral, ético, con desarrollo social, apegado al camino correcto, a la legitimidad.