Casos del fútbol profesional de Quintana Roo
CANCUN.- El argentino Nicolás Burtovoy se sacó la lotería cuando conoció y atendió en repetidas ocasiones al portero del Atlante Federico Vilar cuando jugaba para los Potros en la ciudad de Cancún; el ultimo ídolo de la afición cancunense fue cliente frecuente y distinguido en el restaurant Kambalache en la zona hotelera del polo turístico.
El guardameta le tomó tanto cariño a su paisano por las atenciones en el restaurante que le encontró trabajo en la organización del grupo Pegaso donde le cargaba la mochila con sus útiles de trabajo.
El ex mesero Burtovoy cuenta con un negro historial en la península de Yucatán cuando fue técnico de un equipo y en 2017 fue sorprendido cobrando a los jugadores para ponerlos a jugar y fue puesto patitas a la calle como cualquier mercenario del deporte.
En Cancún recorre las diferentes escuelas de fútbol ofreciendo sus servicios a los papás de los niños y jóvenes de alto poder adquisitivo hablando mal de los entrenadores, comentando que allí no van a crecer, hay padres que caen en su verborrea.
Federico Vilar da sus primeros pasos como técnico en el fútbol profesional, sin experiencia llegó al equipo Café con Aroma a Corrupción para llamar en sus filas al paisano, una de las razones por la que el conjunto no camina y vive una de sus peores campañas dentro del circuito de Expansión con 15 unidades (antes de llegar a Cancún tuvo una temporada de 3 unidades), está a la deriva y podría terminar el torneo A21 “Grita México” en los últimos peldaños.
Con dinero público se paga humo o espejitos; las manos de Antonio López Pinzón están metidas en este asunto del fútbol profesional del estado.